Gabriela retomó sus actividades como responsable de Dobra Robota Editora de un modo sanador. “Venía muy sacada al pedo, desde principio de año estaba haciendo muchas horas extra en mi otro laburo, sumado a lo de Dobra. Y dije: ‘¿Qué apuro tengo en hacer algo? Las cosas van a pasar cuando tengan que pasar’”, resuelve.
Sin apuro, Dobra Robota ha logrado ubicarse como referente local en la edición de textos ligados a la experimentación sonora. Ella lo ve como un devenir natural: “Dobra muta todo el tiempo, como yo. Entonces, si me interesa un tema en particular, seguramente se vea reflejado en una acción en la editorial. Sé que lo que hago ahora probablemente vaya a cambiar en el futuro; ningún camino está cerrado”.
Seleccionar, publicar, coleccionar
De lo que hay certeza, es de lo atractivo del próximo lanzamiento: el libro de Reynols. “Todo lo que es la instancia de texto, ya está”, adelanta Gabriela, que ha venido trabajando hace más de un año con el combo experimental que integran Miguel Tomasín, Roberto Conlazo y Alan Courtis. “Ahora estoy seleccionando las fotos. Alan me mandó una primera tanda de 380, y falta una segunda, así que estamos entrando en la etapa de diseño. Va a ser un libro ‘gordito’, de cerca de cuatrocientas páginas”, estima, de un trabajo de más de cuarenta horas de charla.
Ella estaba al tanto de la trayectoria del combo, de su prolífica actividad en los ‘90 y 2000, pero recién se conoció con Alan a partir de la idea de publicar Deep Listening, de la compositora estadounidense Pauline Oliveros. “Sabía que ella y Reynols se habían conocido, y estuvieron en contacto frecuente hasta el fallecimiento de Pauline. Fue el amigo Sebastián Rey quien me contactó con Alan para charlar y conocer más”, concede.
En el prólogo de la edición de Dobra Robota, Alan cuenta que él había tenido ganas de llevar al español algún libro de Oliveros y que, al preguntarle, ella respondió: “Si vas a traducir un texto mío, que sea Deep Listening”. El libro se presentó con una serie de talleres conducidos por Courtis, y tiempo después, se agotó.
Dobra Robota surgió con la necesidad de Gabriela de editar algunos textos inéditos del escritor polaco Witold Gombrowicz. Eso la llevó a meterse en ese mundo de otros autores polacos, y así salió Las tiendas de color canela (2016), de Bruno Schulz, el primero de la colección (des)formas polacas. “Casi al mismo tiempo averigüé por los derechos de Touching from a distance, la biografía de Ian Curtis, y fue bastante fácil hacer ese trámite. Casi simultáneamente empezaron las dos colecciones, y no tenían nada que ver”.
La colección Dobra Muzyka es la que abarca los títulos de Oliveros, Curtis, o El arte de los ruidos, del pintor, compositor e inventor italiano, Luigi Russolo. “No estaba traducido de manera completa al español: El manifiesto del arte de los ruidos lo podés encontrar en español muy fácil, pero tres años después Russolo escribió las repercusiones del manifiesto, y eso sólo estaba en italiano”. El arte de los ruidos se agotó y a comienzos de año salió su segunda edición.
En coproducción con Walden Editora, han sacado algunos ejemplares de la colección inglesa 33 ⅓, que aborda discos emblemáticos. “Existen más de cien títulos y nosotros elegimos cuáles nos interesan”, explica Gabriela. La idea es poder encontrar una relación en la selección. “Nos cuadró editar el de Aphex Twin y luego el de Radiohead, que obviamente es una banda más popular, pero sentimos que Kid A era el resultado de que escucharan Aphex Twin”.
La música como vehículo
Las últimas dos publicaciones de Dobra Robota concentran una idea atractiva para la editora, con la música como vehículo para abordar otros temas. La ciencia del ritmo, de Paul D. Miller (alias DJ Spooky That Subliminal Kid), era un libro que conocía por una edición española que había salido hace diez años y estaba agotada. “Me interesó poder pensar un montón de cosas a partir del texto: el libro habla de cine, del tema racial en Estados Unidos, de la estética de la copia, del sampling, claro. Además sabía que no se podía conseguir, era la oportunidad para ponerlo de nuevo en circulación”.
El otro es Generación dakou, del músico chino Yan Jun, a quien llegó buscando textos de músicos experimentales. Producto de acuerdos económicos, en los ‘90 China recibió toneladas de casetes y CDs provenientes de Estados Unidos y Canadá, pero no para su comercialización como música, sino como material para plantas recicladoras.
Para que no fueran consumidos, estos casetes y CDs eran marcados con sierras y taladros. Y había quienes los reparaban y los hacían girar para el goce subterráneo de la juventud local, interesada en la música del occidente y para quienes el acceso por otras vías era nulo. “La escena china, la clandestinidad de escuchar música nueva sacando material como revolviendo en la basura. Esos planteos me interesan -comenta-. Los vínculos con las fuentes proveedoras de cultura, las maneras de acceder”.
Esas experiencias, otras más traumáticas, las nuevas dinámicas y los aprendizajes han nutrido y condicionado el trabajo de Gabriela, que se muestra fortificado y abierto para enfrentar lo que tenga que venir. “Cuando sacás un libro, hay un porcentaje de incertidumbre de cómo va a resultar que jamás podés anticipar. Y hay un momento en el que simplemente lo tenés que sacar y ver qué pasa”.
Dobra Robota, el fino arte de publicar textos que suenan
Nota para el Suplemento NO! por Julio Nusdeo.
Gabriela retomó sus actividades como responsable de Dobra Robota Editora de un modo sanador. “Venía muy sacada al pedo, desde principio de año estaba haciendo muchas horas extra en mi otro laburo, sumado a lo de Dobra. Y dije: ‘¿Qué apuro tengo en hacer algo? Las cosas van a pasar cuando tengan que pasar’”, resuelve.
Sin apuro, Dobra Robota ha logrado ubicarse como referente local en la edición de textos ligados a la experimentación sonora. Ella lo ve como un devenir natural: “Dobra muta todo el tiempo, como yo. Entonces, si me interesa un tema en particular, seguramente se vea reflejado en una acción en la editorial. Sé que lo que hago ahora probablemente vaya a cambiar en el futuro; ningún camino está cerrado”.
Seleccionar, publicar, coleccionar
De lo que hay certeza, es de lo atractivo del próximo lanzamiento: el libro de Reynols. “Todo lo que es la instancia de texto, ya está”, adelanta Gabriela, que ha venido trabajando hace más de un año con el combo experimental que integran Miguel Tomasín, Roberto Conlazo y Alan Courtis. “Ahora estoy seleccionando las fotos. Alan me mandó una primera tanda de 380, y falta una segunda, así que estamos entrando en la etapa de diseño. Va a ser un libro ‘gordito’, de cerca de cuatrocientas páginas”, estima, de un trabajo de más de cuarenta horas de charla.
Ella estaba al tanto de la trayectoria del combo, de su prolífica actividad en los ‘90 y 2000, pero recién se conoció con Alan a partir de la idea de publicar Deep Listening, de la compositora estadounidense Pauline Oliveros. “Sabía que ella y Reynols se habían conocido, y estuvieron en contacto frecuente hasta el fallecimiento de Pauline. Fue el amigo Sebastián Rey quien me contactó con Alan para charlar y conocer más”, concede.
En el prólogo de la edición de Dobra Robota, Alan cuenta que él había tenido ganas de llevar al español algún libro de Oliveros y que, al preguntarle, ella respondió: “Si vas a traducir un texto mío, que sea Deep Listening”. El libro se presentó con una serie de talleres conducidos por Courtis, y tiempo después, se agotó.
Dobra Robota surgió con la necesidad de Gabriela de editar algunos textos inéditos del escritor polaco Witold Gombrowicz. Eso la llevó a meterse en ese mundo de otros autores polacos, y así salió Las tiendas de color canela (2016), de Bruno Schulz, el primero de la colección (des)formas polacas. “Casi al mismo tiempo averigüé por los derechos de Touching from a distance, la biografía de Ian Curtis, y fue bastante fácil hacer ese trámite. Casi simultáneamente empezaron las dos colecciones, y no tenían nada que ver”.
La colección Dobra Muzyka es la que abarca los títulos de Oliveros, Curtis, o El arte de los ruidos, del pintor, compositor e inventor italiano, Luigi Russolo. “No estaba traducido de manera completa al español: El manifiesto del arte de los ruidos lo podés encontrar en español muy fácil, pero tres años después Russolo escribió las repercusiones del manifiesto, y eso sólo estaba en italiano”. El arte de los ruidos se agotó y a comienzos de año salió su segunda edición.
En coproducción con Walden Editora, han sacado algunos ejemplares de la colección inglesa 33 ⅓, que aborda discos emblemáticos. “Existen más de cien títulos y nosotros elegimos cuáles nos interesan”, explica Gabriela. La idea es poder encontrar una relación en la selección. “Nos cuadró editar el de Aphex Twin y luego el de Radiohead, que obviamente es una banda más popular, pero sentimos que Kid A era el resultado de que escucharan Aphex Twin”.
La música como vehículo
Las últimas dos publicaciones de Dobra Robota concentran una idea atractiva para la editora, con la música como vehículo para abordar otros temas. La ciencia del ritmo, de Paul D. Miller (alias DJ Spooky That Subliminal Kid), era un libro que conocía por una edición española que había salido hace diez años y estaba agotada. “Me interesó poder pensar un montón de cosas a partir del texto: el libro habla de cine, del tema racial en Estados Unidos, de la estética de la copia, del sampling, claro. Además sabía que no se podía conseguir, era la oportunidad para ponerlo de nuevo en circulación”.
El otro es Generación dakou, del músico chino Yan Jun, a quien llegó buscando textos de músicos experimentales. Producto de acuerdos económicos, en los ‘90 China recibió toneladas de casetes y CDs provenientes de Estados Unidos y Canadá, pero no para su comercialización como música, sino como material para plantas recicladoras.
Para que no fueran consumidos, estos casetes y CDs eran marcados con sierras y taladros. Y había quienes los reparaban y los hacían girar para el goce subterráneo de la juventud local, interesada en la música del occidente y para quienes el acceso por otras vías era nulo. “La escena china, la clandestinidad de escuchar música nueva sacando material como revolviendo en la basura. Esos planteos me interesan -comenta-. Los vínculos con las fuentes proveedoras de cultura, las maneras de acceder”.
Esas experiencias, otras más traumáticas, las nuevas dinámicas y los aprendizajes han nutrido y condicionado el trabajo de Gabriela, que se muestra fortificado y abierto para enfrentar lo que tenga que venir. “Cuando sacás un libro, hay un porcentaje de incertidumbre de cómo va a resultar que jamás podés anticipar. Y hay un momento en el que simplemente lo tenés que sacar y ver qué pasa”.
Fuente: Suplemento NO, Página/12