Es de público conocimiento que las editoriales independientes son las únicas que proporcionan un espacio para lo distinto, las que se encargan de enfrentar a la corriente cultural imperante; de alguna forma me recuerdan a ese otro pez con el que se encuentran los pececitos del relato que abre el discurso This is water de David Foster Wallace, aquel que los saluda diciendo “Buenos días chicos, ¿cómo está el agua?”, y que los deja reflexionando sobre “¿Qué demonios es el agua?”. Hace unas semanas me puse en contacto con Gabriela De Mola quien está a cargo de Dobra Robota Editora, y le pedí que me enviara un libro de un escritor polaco que era totalmente desconocido para mí. El libro contaba con dos obras de teatro, “ellos” y “obra sin nombre” de un tal Stanisław Witkiewicz. Lo que se sabe acerca de Witkiewicz es que murió a los 54 años dejando una treintena de obras de teatro, novelas y ensayos de casi todo lo que pueda ser pensado: arte, filosofía, literatura, drogas. Me sorprendió no haber escuchado antes su nombre ni conocer ni una sola pieza de su extensa obra, cosa que me hizo pensar en esos autores que -como Antonio di Benedetto o como Copi- ocuparon el lugar del gigante escondido durante muchos años hasta que afortunadamente fueron rescatados. Esta reseña no va a ocuparse de la tumultuosa vida de Witkiewicz sino de ellos, obra original de 1920. Allí vamos. Algo se fractura cuando uno comienza a leer ellos, algo que tiene que ver con nuestra clásica forma de entrar al lenguaje de las obras de teatro y que se modifica cuando se lee esta pieza; la definición exacta la da Mónica Berman cuando afirma que “la lengua es un lugar para habitar en Witkiewicz y es necesario entrar y sentirse a gusto allí”. Los personajes de ellos parecen estar hablando para sí mismos y en voz alta porque el ruido del mundo los aturde, no les permite definir quiénes son. La tensión es llevada al extremo en diálogos psicóticos cuyo motor es la confrontación: la creatividad del individuo versus el alienante ejercicio “normalizador” de las instituciones -como por ejemplo el Absoluto Automatismo, religión enemiga del arte-, el del placer contra el amor, la forma de existencia en el mundo dentro y fuera del teatro, situación esta última que hace declarar a uno de sus personajes que “solo sobre el escenario soy yo misma. Ahí donde el polvo podrido de los tablones y de los trapos desteñidos cubre mi cuerpo, sudando por el esfuerzo de crear sentimientos inexistentes, ahí soy yo misma.” La obra está empapada del nihilismo propio de la época en el que fue escrita -posterior a la primera guerra mundial- y evoca los temas que trabaja otro autor de Dobra Robota, Bruno Schulz: “el tercer mosquetero de la vanguardia polaca de entreguerras”. En ellos se debate el sentido del arte -pictórico, escénico- y su rol transformador sobre la percepción que tenemos del mundo, eso que siempre trató de buscar Witkiewicz en sus teorías acerca de la Forma Pura y en la que profundizaremos mejor la semana que viene cuando comentemos obra sin nombre. Hasta entonces.
Stanisław Witkiewicz Ellos/Obra sin nombre Trad. Kazimierz Warzyca Pról. Mónica Berman Buenos Aires: Dobra Robota, 2016
Un acercamiento a la Forma Pura
Nota para Culturamas por Raúl Cuello.
Es de público conocimiento que las editoriales independientes son las únicas que proporcionan un espacio para lo distinto, las que se encargan de enfrentar a la corriente cultural imperante; de alguna forma me recuerdan a ese otro pez con el que se encuentran los pececitos del relato que abre el discurso This is water de David Foster Wallace, aquel que los saluda diciendo “Buenos días chicos, ¿cómo está el agua?”, y que los deja reflexionando sobre “¿Qué demonios es el agua?”.
Hace unas semanas me puse en contacto con Gabriela De Mola quien está a cargo de Dobra Robota Editora, y le pedí que me enviara un libro de un escritor polaco que era totalmente desconocido para mí. El libro contaba con dos obras de teatro, “ellos” y “obra sin nombre” de un tal Stanisław Witkiewicz.
Lo que se sabe acerca de Witkiewicz es que murió a los 54 años dejando una treintena de obras de teatro, novelas y ensayos de casi todo lo que pueda ser pensado: arte, filosofía, literatura, drogas. Me sorprendió no haber escuchado antes su nombre ni conocer ni una sola pieza de su extensa obra, cosa que me hizo pensar en esos autores que -como Antonio di Benedetto o como Copi- ocuparon el lugar del gigante escondido durante muchos años hasta que afortunadamente fueron rescatados. Esta reseña no va a ocuparse de la tumultuosa vida de Witkiewicz sino de ellos, obra original de 1920. Allí vamos.
Algo se fractura cuando uno comienza a leer ellos, algo que tiene que ver con nuestra clásica forma de entrar al lenguaje de las obras de teatro y que se modifica cuando se lee esta pieza; la definición exacta la da Mónica Berman cuando afirma que “la lengua es un lugar para habitar en Witkiewicz y es necesario entrar y sentirse a gusto allí”.
Los personajes de ellos parecen estar hablando para sí mismos y en voz alta porque el ruido del mundo los aturde, no les permite definir quiénes son. La tensión es llevada al extremo en diálogos psicóticos cuyo motor es la confrontación: la creatividad del individuo versus el alienante ejercicio “normalizador” de las instituciones -como por ejemplo el Absoluto Automatismo, religión enemiga del arte-, el del placer contra el amor, la forma de existencia en el mundo dentro y fuera del teatro, situación esta última que hace declarar a uno de sus personajes que “solo sobre el escenario soy yo misma. Ahí donde el polvo podrido de los tablones y de los trapos desteñidos cubre mi cuerpo, sudando por el esfuerzo de crear sentimientos inexistentes, ahí soy yo misma.”
La obra está empapada del nihilismo propio de la época en el que fue escrita -posterior a la primera guerra mundial- y evoca los temas que trabaja otro autor de Dobra Robota, Bruno Schulz: “el tercer mosquetero de la vanguardia polaca de entreguerras”. En ellos se debate el sentido del arte -pictórico, escénico- y su rol transformador sobre la percepción que tenemos del mundo, eso que siempre trató de buscar Witkiewicz en sus teorías acerca de la Forma Pura y en la que profundizaremos mejor la semana que viene cuando comentemos obra sin nombre. Hasta entonces.
Stanisław Witkiewicz
Ellos/Obra sin nombre
Trad. Kazimierz Warzyca
Pról. Mónica Berman
Buenos Aires: Dobra Robota, 2016